Mi alma es un sol oscuro, silencioso,
tan triste, que sólo encuentra sapos dulces
en su nevera, mientras la luna
despierta jazmines en los caminos.
Tan triste que por las mañanas,
atrapa mármoles de una espinosa melodía,
borracha de tristeza.
Mi alma es el tejado de un volcán
que, cómo un payaso, añora la lluvia
de las montañas
en el claroscuro verde del corazón...
Juega a solas como un niño travieso
deseoso de caramelos.
Y siempre espera que el tren del nuevo día
le traiga cabalgatas de rosas
galopando entre las nubes.
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